Jean Ziegler,Ultima parte:A modo de conclusión:
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A modo de conclusión
EL ALBA
“Dios no tiene más manos que las nuestras”
Georges Bernanos
El escándalo de la verdad
Para ciertos filósofos de la época de las luces, en particular J.J.
Rousseau – una sociedad natural precedió a la sociedad civil. Esta última, a
su vez, dio nacimiento a la sociedad política, es decir, al Estado.
Según Rousseau, cada etapa de esta cadena ha significado un
progreso cualitativo. La sociedad natural es “inferior” a la sociedad civil. La
sociedad civil, para asegurar la expansión completa del ser humano debió
dejar paso a la República.
La sociedad natural en esta concepción, es una formación social
precisa, que no era gobernada por la casualidad ni por la violencia, que
conoció instituciones que garantizaban el orden social: eran principalmente la
familia, el clan y la tribu.
Pero estas instituciones eran frágiles y su radio de acción era limitado.
En cuanto a la sociedad natural, el ser humano sólo se siente solidario con
los que conoce físicamente o con quienes se siente unido por un parentesco
de sangre o por un mito. Quien está fuera de la familia, el clan o la tribu es un
extraño que representa una alteración radical, una amenaza o algo
impredecible. Por tanto, hay que combatirlo, aplastarlo o si no matarlo.
La sociedad natural es una sociedad primitiva y débil y tiene poco que
ver con las civilizaciones complejas que se comenzaron a construir a partir de
la antigüedad, de la Edad Media, del Renacimiento.
La civilización nace de la Sociedad civil ¿De qué manera?
En un momento determinado de la historia (hipótesis) los hombres
comenzaron a desarrollar relaciones con otros hombres más allá de las
familias, el clan o la tribu y que no son de su misma sangre.
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Con el nacimiento de la sociedad civil – con sus normas, moral e
instituciones – el hombre se hace solidario con otros hombres que no conoce
y que posiblemente nunca encontrará.
Rousseau distingue varios niveles:
•
Un primer nivel de la cronología histórica es la sociedad natural, la primera
de las formaciones sociales conocidas y situadas muy lejos en la historia.
Como contrapartida, hay un periodo histórico muy corto que separa la
sociedad civil del surgimiento de la sociedad política.
•
El segundo nivel del análisis de Rousseau es existencial. En el curso de
su socialización el individuo contemporáneo pasa necesariamente por los
tres estados sociales. La sociedad natural es en cierta medida, la fuente
de su socialización, la matriz primera de su desarrollo humano.
Rousseau afirma: la más antigua de las sociedades y la única natural es
la familia. Los niños permanecen ligados al Padre, tanto tiempo como tienen
necesidad de él para conservarse. Tan pronto como termina esa necesidad,
esa relación termina. Si ellos permanecen unidos es por un acuerdo
voluntario, ya no es natural y si la familia permanece unida es por una
convención. Esta libertad común es una consecuencia de la naturaleza
humana. Su primera ley es la de velar por su propia conservación, los
primeros cuidados son los que se brindan a si mismos y tan pronto como
tienen la edad para razonar y los medios para conservarse, se convierten por
ello en su propio dueño.
En este libro, hemos recurrido con frecuencia a la expresión
“capitalismo de la selva”. En la medida que se paralizan las funciones del
Estado y que se afirma el capital financiero, la sociedad misma se va
debilitando, aparece la Selva amenazante. Se produce una regresión: la
figura del gladiador se convierte en la figura emblemática del modelo señorial
dominante. El fuerte tiene la razón, el débil se equivoca, toda falla se atribuye
solamente a una falla del individuo. Los principios fundacionales del dogma
neoliberal – maximización de la ganancia, competencia sin límites ni
protección, universalización del intercambio mercantil y liquidación de las
culturas autóctonas – contradiciendo radicalmente todos los valores
heredados del Siglo de las Luces. Considerando que estos valores
constituyen el fundamento de la civilización europea.
De esta forma, no solamente el Estado y la sociedad política, sino
también la sociedad civil tal como lo concibe Rousseau son puestos en
retirada por el Imperio del Capital.
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A primera vista podremos pensar, entonces, que el Imperio del Capital
salvaje, vuelve a enviar a la humanidad al estado natural. Esta visión sería
errónea, ya que por frágil que sea la sociedad natural, ella implica ciertas
estructuras fundamentales de un orden social: la solidaridad, la reciprocidad,
la complementariedad entre los seres, nada de ello se produce con el
capitalismo de la selva.
Metiendo bajo su tutela al Estado Nacional, desnaturalizando su
capacidad normativa, las oligarquías reinantes del capital mundializado no
vuelven a enviar a las sociedades que agreden al Estado de Naturaleza.
sobre las ruinas de la sociedad política, no renace como por encanto la
sociedad de antaño.
¡Observemos las grandes ciudades del hemisferio sur con todas sus
miserias y desigualdades que cada vez son mayores y más profundas, con
niños abandonados, prostitución, delincuencia, robos, etc.
En todos los lugares en que las garras del Imperialismo reinan en gloria
y majestad, toda forma de vida social organizada desaparecerá.
¿Con qué consecuencias políticas?
La universalización por la fuerza del consenso de Washington provoca
una transferencia de soberanía. Se conserva el envoltorio institucional de los
Estados, casi intactos; pero el poder que ejerce a través de las instituciones
estatales se va ejerciendo progresivamente por los aparatos del capital
financiero. Son los propios nuevos amos los que han bautizado este poder
como “gobierno global sin estado”.
La situación no es tan simple, nos enfrentamos a un teatro de las
sombras. En la vitrina de la actualidad son los Estados los que actúan; los
que designan los dirigentes del FMI, el BM, la OMC: son los estados los que
formalmente administran las instituciones y definen sus estrategias.
Pero eso no es más que la apariencia de las cosas, la realidad es
diamémalmente diferente.
En la práctica, los Estados quedan como figuras de referencia pero sus
representantes ejercen cada vez menos un poder real. Podemos decir hoy en
día que la racionalidad del capital financiero mundializado es el que sobre
determina la reflexión y la acción de la casi totalidad de los Estados, tanto del
sur como del norte, eso si, con diferencias notables si se trata de un Estado
rico o uno pobre.
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Un jefe de Estado como el de Francia puede negociar o a veces
imponer ciertas condiciones a las grandes multinacionales, como la defensa
de su patrimonio cultural. En cambio un jefe de Estado de un país
subdesarrollado no puede ni negarse, ni detener las consecuencias o
acuerdos del capital financiero, quedando a su suerte y a merced de los
mercenarios de los grandes señores, al igual que un mendigo a los bandidos
del camino.
Para darnos cuenta de la medida en que los Estados pierden el control
de sus respectivas economías, analicemos la medida de la OMC llamada
“tratamiento nacional ampliado”, que permite a las empresas multinacionales
beneficiarse en cada país con las reglas impuestas por este acuerdo ¿De qué
se trata?
De la prohibición a los gobiernos de cualquier medida que puede
favorecer a industrias nacionales respecto a las multinacionales en el plano
de la tributación, aduana o subvención.
La OMC exige las mismas condiciones para todos los inversionistas,
sean nacionales o extranjeros. Esto equivale a liquidar pura y simplemente la
soberanía de los Estados.
Los depredadores y sus mercenarios tienen a los Estados bajo sus
reglas y, en la práctica, junto a los parlamentos democráticos elegidos por los
ciudadanos, existen los “parlamentarios virtuales” instituidos por la Ley de la
Oferta y la Demanda. Sin decirlo, entre el Parlamento Republicano y el de los
mercaderes existe un abismo: el que separa la soberanía ficticia formal de la
real de los todopoderosos. Cada vez más es el “parlamento virtual” el que
decide el destino de la gente y de las cosas.
En la historia humana la soberanía constituye una conquista mayor, ha
construido las libertades públicas, los derechos humanos. En resumen, el
contrato social encarna la voluntad colectiva, la igualdad frente a la ley, la
autonomía de los ciudadanos. El parlamento y el gobierno que elegimos son
soberanos: están para proteger la ley y garantizar el orden.
¿Cómo nace la ley? Cada ciudadano se desprende de una parte de su
libertad para que la libertad de todos sea protegida. La ley debería encarnar
el interés general y permitir defender la vida de cada uno.
La soberanía conquistada por las “gigantescas personas inmortales”
constituye la pura y simple negación de estos principios y de las instituciones
por la violencia; no tienen nada que ver con los derechos humanos, las
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libertades públicas, la autonomía de los ciudadanos. Ellos engendran la
alienación y la esclavitud.
Una “mega corporación” que domina un país del tercer mundo, no
reinará posiblemente por una eternidad, pero sus víctimas no pueden
controlarla ni alterarla. Y ningún poder del mundo, salvo otra
“megacorporación” podría poner fin a su imperio.
Lo que los filósofos de las luces no podían imaginar ni en sus peores
pesadillas está por realizarse hoy en día: una tiranía privada ejercida sobre
todos los pueblos por las personas inmortales.
Será inútil remover las ruinas. Pretender restaurar el Estado
Republicano sería absurdo.
Los depredadores y sus mercenarios han socavado sus fundamentos
privatizando el mundo. Pero ellos no han logrado desvanecer la esperanza, el
sueño de la libertad inserto en lo más profundo del ser humano. Una canción
campesina de Venezuela resume su fracaso:
Se puede matar al hombre,
Pero no matarán la forma
En que se alegraba su alma
Cuando soñaba ser libre.
La historia nos reserva muchas sorpresas! Durante más de un siglo los
revolucionarios han soñado con la desaparición del Estado, con la abolición
de toda forma de represión, en resumen: la libre federación de productores
libremente asociados. Ahora no son los revolucionarios libertarios, sino los
depredadores y lacayos los que han asesinado al Estado.
La vía está entonces libre para la nueva sociedad civil planetaria.
Karl Marx hacía una advertencia: un revolucionario debe ser capaz de
“escuchar crecer la hierba”. Una sociedad planetaria radicalmente nueva,
compuesta de organizaciones sociales, de organizaciones no
gubernamentales, de sindicatos renovados, de todos los modos de
organización, de estructuras mentales, de métodos de lucha totalmente
inéditos está en formación delante de nuestros ojos. Para comprenderla se
necesita un especial cuidado: una ausencia completa de ideas
preconcebidas.
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Franz Hinkelhammert escribía: “Quien no quiere crear el cielo en la
tierra, crea el infierno”.
La nueva sociedad civil planetaria reivindica el derecho a la vida. Para
ella no existe ni enemigos principales ni enemigos secundarios o de tercer
orden.
Todo el que impide el surgimiento inmediato, concreto y sin limitaciones
de la vida, es su enemigo.
Ella vive con la contemporaneidad, la más absoluta, el tiempo es el de
la vida humana. Ha internalizado ese pensamiento: nuestra única verdadera
propiedad es el tiempo.
De todo esto se desprende la radicalidad de su reivindicación. La
batalla que no se gana hoy, corre el riesgo de perderse para siempre.
Muchos voceros del capital financiero han desafiado a los combatientes
de la esperanza a plantear programas concretos para discutir.
En enero de 2002 se reunieron más de 60.000 personas en el Segundo
Foro Social de Porto Alegre y plantearon un programa muy concreto:
Exigen la abolición del FMI y de la OMC, la supresión de los paraísos
fiscales, la independencia de los bancos centrales; el cierre de la bolsa de
materias primas agrícolas de Chicago, la revisión sin compensación de la
deuda externa de los países del tercer mundo; la puesta en práctica de la
Tasa Tobin y del control público de la fusión de empresas; la creación en el
seno de Naciones Unidas de un Consejo de Seguridad para los asuntos
económicos y sociales; la reivindicación de los derechos económicos,
sociales y culturales del hombre y su inclusión en las leyes de los países.
Está en gestación la sociedad civil fraterna y solidaria, más libre y más
justa que nace sobre un planeta avasallado por los depredadores ¿Cuál será
su rostro? Nadie lo sabe. Los combatientes de la esperanza saben con
exactitud lo que no desean, pero su certeza se detiene ahí.
Millones de personas a través del mundo están comenzando a
despertar.
No aceptan la privatización del mundo. Están decididos a organizarse, a
luchar por otro mundo.
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Una inmensa lista de insurgentes está en marcha. Avanzan en la
incertidumbre, cojeando.
La liberación de la libertad del ser humano es su horizonte.
La legitimidad del movimiento es indiscutible. Hablan a nombre de
millones de víctimas a lo largo de siglos. Los acompaña una invisible multitud
de mártires.
La multitud incalculable de los que fueron desterrados de
África a América, los que han caído en las trincheras de
guerras imbéciles, los quemados vivos por el NAPALM, los
torturados hasta la muerte en las cárceles de los perros
guardianes del capitalismo, los fusilados en muchos lugares
por rebelarse, los cientos de miles de masacrados en
Indonesia, los indígenas desplazados en América, los miles de
asesinados en China por exigir la libre circulación de las
opiniones... De todos ellos han recibido las manos de los
vivientes la llama de la rebeldía, de quienes han sido negados
en su dignidad. Manos que muy pronto estarán inertes, las de
esos niños del tercer mundo que por la mal nutrición mueren
por decenas de millones; manos sin carne de pueblos
condenados a rembolsar los intereses de una deuda externa,
cuyos dirigentes nacionales robaron su capital, manos
temblorosas de los excluidos que son cada vez más
numerosos que están a los costados de la opulencia... manos
con una trágica debilidad y por el momentos desunidos. Pero
ellos no pueden dejar de juntarse algún día. Y ese día la llama
de la que ellos son portadores, abrazará a todo el mundo.
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INDICE DE LAS MATERIAS
PRIMERA PARTE : LA MUNDIALIZACIÓN 6
Historia y Conceptos
I. Una economía de Archipiélago 7
II. El imperio 11
III. La ideología de los amos 16
SEGUNDA PARTE : LOS DEPREDADORES 25
I. El dinero de la sangre 26
II. La muerte del Estado 32
III. La destrucción de los seres humanos 37
IV. La devastación de la naturaleza 41
V. La corrupción 43
VI. Los paraísos de los Piratas 46
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TERCERA PARTE : LOS MERCENARIOS 49
I. La OMC como máquina de guerra 50
II. Un pianista en el Banco Mundial 55
III. Los pirómanos del F.M.I. 58
IV. Las poblaciones no rentables 64
V. La arrogancia 70
C
UARTA PARTE : DEMOCRATIZAR EL MUNDO 73
I. La esperanza:
La nueva sociedad civil planetaria 74
II. El principio de la generosidad 78
III. Los frentes de resistencia 83
IV. Las armas de la lucha 88
V. La tierra y la libertad 93
A
MODO DE : EL ALBA 98
CONCLUSIÓN
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Los mercenarios sirven con esmero las órdenes de Los Depredadores
en el seno de la Organización Mundial de Comercio, del Banco Mundial, del
Fondo Monetario Internacional. Este libro le sigue los pasos a los “sátrapas”
de estas instituciones por encima de toda sospecha, dejando en claro la
ideología que los inspira y nos ilumina crudamente acerca del rol que juegan
en concomitancia con el imperio norteamericano.
Pero, un poco por todo el mundo, la Resistencia se organiza en el seno
del extraordinario frente que agrupa a tantos “rechazados” locales, portadores
de esperanza. Es la nueva Sociedad Civil Planetaria de la cual Jean Ziegler
nos muestra aquí la riqueza, la diversidad, la determinación.
La potencia de este libro comprometido no debe sorprendernos; la
gente de la cual esboza su retrato, Jean Ziegler los ha encontrado a menudo;
las instituciones que critica las conoce desde adentro, todos esos
movimientos de resistencia, él los frecuenta y aprecia. Además tiene prisa.
Jean Ziegler, es investigador especial de Naciones
Unidas por el derecho a la alimentación.
Autor de numerosas obras sobre el Tercer Mundo,
ha publicado especialmente “Suiza lava más blanco”
(1990), “Suiza, el oro y los muertos” (1997), “Los señores
señores
del crimen” (1999
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