nadie los llororara y mearan sobre su tumba
NADIE LOS LLORARA Y MEARAN SOBRE SU TUMBA
Por Jorge Luis
Ubertalli
En el efluente de la envidia, la
irrespetuosidad, la calumnia y la conjura chapotean algunos artrópodos que han
obtenido, cosa de no creer, la facultad de expresarse a través de palabras.
Desde hace días, concretamente desde el 17 de diciembre, vienen defecando sobre
papeles a quienes llaman periódicos, de los que suben hedores inimaginables.
Esta vez sus diarreas palabreríles tienen orígen en la muerte del dirigente
comunista norcoreano Kim Jong Il, quien falleció de un paro cardíaco mientras
viajaba en un tren – vehículo “fastuoso” si lo hay- recorriendo poblaciones para
llevar la palabra de la Revolución, tal como hacía su padre Kim Il Sung,
fallecido en julio de 1994,
a las aldeas, pueblos y ciudades que visitaba durante sus
recorridos. Pero, claro, para los gusanos que reptan sobre el dolor y la
dignidad ajena; que no comprenden a los pueblos cuando soportan lo indecible por
el sólo fin de ser libres y honorables- tal como sucedió con los soviéticos
durante el cerco imperial que se cernió sobre ellos desde el mismo momento en
que hicieron posible su revolución socialista y que tuvo su máxima expresión
durante la segunda guerra ante la bestia nazi; con China Popular; con
la misma
Corea del Norte o República Popular Democrática de Corea
(RPDC), destruída en los años 50 por las hordas norteamericanas, previa
independencia del Japón imperial; con Vietnam, arrasado por las mismas hordas
yanquis hasta el triunfo de 1975; con Cuba socialista, agredida y bloqueada
desde 1959 hasta ahora; de Nicaragua Sandinista, agredida y bloqueada durante 10
años, con su secuela de miles de muertos, lisiados y bienes destruídos desde
1979 hasta 1989- el funeral de Kim Il Sung, primero y el de Kim Jong Il, su
hijo, llevado a cabo hace pocas horas, es producto del “fanatismo”, el “temor” y
otras taras de las que supuestamente adolece el pueblo
norcoreano.
La maldad de los
malvados
En nuestro país, Argentina, todos los medios
masivos, casi sin excepción, se refirieron a la muerte del “dictador” Kim Jong
Il con sorna y descalificaciones varias. “En la empobrecida Corea del Norte
un fastuoso funeral”, titula el inefable vocero de la Embajada, “La Nación”,
quien cronifica en página 2 de su edición del 29 de diciembre sobre los
funerales de Kim Jong Il mediante un potpourri de despachos de las agencias AP,
DPA, ANSA y Reuters, enmaridadas con la CIA, los Servicios británicos y alemanes
y otras ricuras de la
democracia. Lo de “fastuoso” se aplica a la parada militar y
civil de cientos de miles de coreanos que despidieron a su líder, bajo la nieve,
sumidos en el llanto y la
congoja. Pero claro, para los ‘civilizados cuadrumanos de la
tinta y el papel’, tal como los definió el poeta mayor de Cuba, Nicolás Guillén,
estas son manifestaciones de fanáticos y modelados subhombres creados por el
“régimen”. Faltos de respeto, como buenas y decentes amebas occidentales, los
cronistas de “La Nación” se refieren a las genuinas manifestaciones de dolor
popular
frente a la muerte de su líder- tal cual se manifestó el pueblo
argentino ante la muerte de Evita- de esta manera: “Las dramáticas escenas
de dolor ( de los miles de
norcoreanos que acudieron a darle su último adiós a su jefe) demostraron la
efectividad que ha tenido el gobierno de Pyongyang en construir un culto a la
personalidad de Kim Jong Il, a pesar de la crónica escasez de alimentos y
décadas de dificultades económicas y hambrunas”. ¿Qué tal?. Intrigante, cual
cortesano del emperador Capital, oficiante del culto a las emperatriz
Mercancías, cuyas publicidades inundan los frentes de edificios, televisores,
radios, prensa gráfica, Internet y demás del “mundo libre”, el cronista del
diario de marras utilizó 5 párrafos, desde el cuarto hasta el noveno, para
especular sobre la “sucesión” del líder según el orden de posicionamiento de
algunas personas que acompañaron el masivo funeral.
Para no ser menos, el servicio
norteamericano Nicholas D. Kristof, presentado en la misma página como
periodista del Internacional Herald Tribune, hace de la calumnia, sí, la
calumnia y la mentira puerca y obcena, el arma fundamental para atacar al
gobierno y el pueblo de norcorea en estos momentos aciagos. Según cuenta, a
pesar de la “férrea” “hermética” y cuanto más “dictadura”, logró colarse en 1989
en viviendas norcoreanas y hablar con ciudadanos comunes. Y…oh…vió altoparlantes
colgados en la pared de las casas que despiertan a los vecinos con consignas que
se repiten a lo largo del día. Descripciones tales como que la RPDC
es “el país más
totalitario que alguna vez haya existido. Stalin y Mao eran asesinos (…) a eso
la familia
Kim le ha sumado un complejo sistema represivo”; hijaputeces
soberbias como que “los
discapacitados son considerados engendros, por eso quienes sufren alguna
discapacidad son generalmente expulsados de Pyongyang” ; descripciones
antojadizas como que las estudiantes secundarias se comportan como “robots”;
informes burdos como el que sostiene que familias enteras son enviadas a “campos
de trabajo” por tener “videos de contrabando” de origen chino y muchas otras
cosas vomita el bien paniaguado renacuajo Kristof. Quien al final, como si fuese
juez divino de los pueblos ajenos se pregunta: ¿ Que hacer con ese
país?. Y se responde, enumerando los recaudos y acciones que debería tomar el
imperialismo para cooptar/liquidar la revolución socialista
coreana.
Ese país que hace
Millones de muertos, producto de la
ocupación japonesa, primero, y yanqui, después. Doscientas mil mujeres obligadas
a prostituirse para los ocupantes nipones. Tierra arrasada por las bombas
norteamericanas y la soldadesca salvaje, que fue detenida por el heroísmo del
pueblo coreano y los internacionalistas chinos que participaron en la Guerra de
Corea, iniciada en 1950 por los surcoreanos de Sygman Ree auspiciados por los
norteamericanos, quienes planearon utilizar el arma atómica contra ese pueblo
para borrarlo del mapa. Ingentes sacrificios para reconstruir la nación, su base
material, el socialismo y el Ejército Popular de Corea, pueblo en armas, con la
guia de Kim Il Sung, quien falleció en 1994 dejando una nación próspera en el
marco del socialismo; que en 1972 planteó la reunificación de las dos coreas-
Norte y Sur- con la consigna : Dos Estados, una sola Nación, la que fue
boicoteada por los yanquis, cuyas fuerzas de ocupación deshonran con sus casi 30
mil soldados a Corea del Sur. Propuestas para construir la paz en la región, a
través de una reunión de Kim Il Sung con James Carter, enviado de Bill Clinton,
en 1994, donde se acordó que la RPDC desactivara sus reactores nucleares de agua
pesada a cambio de que los EE.UU. los proveyeran de reactores de agua liviana, a
fin de poder seguir manteniendo su infraestructura energética, incluída la
calefacción, de hogares e industrias. Una vez prometidos por Clinton los
reactores de agua liviana y desactivados los reactores de agua pesada, se
convino conformar la empresa transnacional KEDO, que surtiría a norcorea de
500.000 toneladas de fuel oil – de gran poder contaminativo- al año hasta que
fueran provistos los reactores prometidos, que nunca fueron instalados. Ante
ello, ya con George W. Bush en el gobierno de EE.UU., la RPDC decidió solicitar
a Rusia la reinstalación del reactor de agua pesada que había desactivado a fin
de que no colapsara la infraestructura energética del país. La respuesta
imperialista fue la de finalizar con la entrega del fuel oil y amenazar con
atacar a la RPDC, lo que hizo que ésta apelara al armamento nuclear con el fin
de defenderse de los aventureros yanquis y sus aliados en el área. Varios fueron
los intentos de acercamiento de las dos Coreas, boicoteados sistemáticamente por
los norteamericanos. Hasta hoy, sus intrigas y provocaciones- como el
hundimiento del buque de guerra sudcoreano Cheonán, perpetrado por comandos
navales yanquis hace poco tiempo y adjudicado a la RPDC- continúan sin solución
de continuidad.
Ese país que hace, despreciado por los
Kristof y cientos de energúmenos como éste, vivió y vive la Espada de Damocles
del imperialismo sobre su cabeza. Por eso se ha nucleado alrededor de sus
líderes, sus tradiciones revolucionarias y su esfuerzo colectivo, a fin de
conservar su dignidad, su independencia y el socialismo que, si desapareciera,
traería aparejada la segura liquidación del pueblo norcoreano, ya que el
imperialismo no perdona nunca a los díscolos. Por ello los alcahuetes del mundo
enlodan cada vez que pueden a la RPDC y a sus líderes, llorados por su pueblo
cuando parten de la tierra que los ha parido y a la que han servido y
defendido.
A éstos el pueblo los llora, como ahora, y
los seguirá honrando y llorando hasta el fín de los
años.
A los otros, nadie los llorará. Sus
descendientes, a no dudarlo, mearán sobre sus tumbas y pelearán entre ellos,
como sus progenitores les han enseñado, para quedarse con los bienes que
malamente habrán adquirido durante sus miserables
vidas.
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