GERMAN ABDALA



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Jorge Giles - Los caminos de Germán Abdala (fragmentos)

Germán Abdala (1955-1993), nació en Santa Teresita, sindicalista y político argentino, líder del Partido Justicialista y miembro del Grupo de los Ocho. Falleció el 13 de julio de 1993.

Germán Abdala se fue a la lucha

Por Alfredo Leuco

[Nota en Página|12, 14 de julio 2003, a 10 años de la muerte de Germán Abdala]

Ayer [13 de julio] se cumplieron diez años de la muerte de un patriota que hoy necesitamos más que nunca. Germán Abdala. El tendría hoy apenas 48 años. En los ‘70 se hizo militante peronista como don Manzur Abdala, su viejo, que siempre le decía “leé, Germancito, leé”, mientras se escondían de la policía brava de Onganía para entreverarse en reuniones peronistas donde se estudiaba cómo voltear a ese general patricio para recuperar la democracia y que así pudiera volver el general plebeyo.

Germán amaba la vida pero sobre todo el mar. Se hizo joven en Santa Teresita, con la caña para pescar y un asadito para compartir con los amigos. Abandonó los estudios de mecánica en un colegio industrial y empezó a ganarse la vida como pintor de autos en la Secretaría de Minería. Enseguida lo eligieron delegado. Porque era el mejor. El mejor compañero, el más generoso, el más divertido y, encima, el que levantaba todas las minas.

Germán, “negro, hincha de Boca y peronista –decía–. Qué más puedo pedir”. Se hizo hermano de la vida y de la lucha contra la dictadura y por los derechos humanos de Víctor de Gennaro, el tano. Juntos eran dinamita. Eran dos mosqueteros con una sola bandera de libertad. Un día, en la clandestinidad en la iglesia Santa Cruz, fundaron la agrupación con la que iban a ganar las elecciones en la Asociación de Trabajadores del Estado.

Siempre cerca de los organismos de los derechos humanos. Siempre lejos de los jerarcas sindicales corruptos y entreguistas. Siempre cerca del peronismo pero abiertos al diálogo y al trabajo conjunto con todos los sectores democráticos. Siempre adelante.

Hubo solo una cosa que lo pudo. Un maldito y extraño cáncer que se le instaló en la base de la columna vertebral. Dicen sus amigos que sufría dolores brutales que ni la morfina podía calmar. Que sentía como si le estuviesen acribillando la cintura y después las piernas. Su cuerpo se bancó 26 operaciones. Dos de ellas en los Estados Unidos y una en Cuba. Pero el turco Abdala se seguía consumiendo. Sus ojos profundos cada vez más metidos en la cara, sus huesos grandes cada vez más expuestos. La silla de ruedas para moverse. El coraje para seguir viviendo de la mano de Marcela Bordenave, su compañera de los últimos años.

En esa silla de ruedas tuvo dos momentos de gloria. Cuando asistió a la sesión en que la Cámara de Diputados sancionó su ley de convenciones colectivas de trabajo para los estatales que hoy se conoce como ley Abdala. El otro momento de felicidad en plena enfermedad lo vivió durante el plenario que fundó la Central de Trabajadores Argentinos. Abandonó la internación en Estados Unidos para estar presente en ese momento histórico. De Gennaro le decía que se quedara en el sanatorio. Pero Abdala lo abrazó y le dijo: “Tano, dejame vivir ese día con ustedes”.

Fue uno de los principales enemigos tempranos que tuvo Carlos Menem en el peronismo. Junto a Chacho Alvarez fue integrante del Grupo de los Ocho, que resolvió irse a buscar otros espacios para desarrollar las mismas convicciones de siempre.


Sobre las privatizaciones de los 90

Al final de los finales resolvieron con la familia ir a decirle chau a Santa Teresita. Pero pasaron tres días y Germán no salía de la casita humilde que habían alquilado. Griselda, su hija mayor, le dijo:
–Dale, papá, vamos que te llevo hasta la playa... Está tan lindo el mar.
–No, chiquita, no quiero que me vean así.
–Pero, papá, te llevo a la madrugada y así nadie te va a ver.
–No, negrita, no quiero que el mar me vea así.

Germán se fue hace 10 años y dejó un agujero negro entre los grandes referentes sociales de este país. Se extrañan sus ojeras turcas, su cigarrillo entre los dedos, su mate amargo, su grito de gol bostero, sus ocho hijos, su uniforme de jean, su devoción por Serrat, por Neruda y por Cooke, su hecho maldito del país burgués. A las 9 de la mañana del 13 de julio de 1993 Marcela vio cómo el monitor dejaba de emitir señales y se llamaba a silencio en el Hospital Italiano. Era el final. Empezó a acariciar la cabeza de un Germán Abdala que a esa altura pesaba 35 kilos. Se había quedado ciego y sin embargo veía con una claridad asombrosa el futuro.

No quiso que lo velaran.

Un día le dijo a Víctor: “No me bancaría la corona de ningún hijo de puta”. Seguía rebelde y combativo a las puertas de la muerte. Tal como fue su deseo, sus cenizas fueron llevadas al muelle viejo de Santa Teresita y cuando Marcela arrojó el primer puñado al mar dijo simplemente: “Chau, Germán”. Y se fue al oceáno que tanto amaba. Al mar, a la tierra y al cielo. Y a todos lados menos a la muerte. Se fue a la vida a organizar sindicatos decentes y a seguir luchando por la libertad, la dignidad del trabajo y los derechos humanos. Hace 10 años Germán Abdala se fue a la lucha.


Trailer del film "Germán"

Retrato y perfil de un gran luchador

Por Cristian Vitale

En una vieja edición de Tiempo Nuevo -noviembre de 1986-, un pujante dirigente sindical de 31 años, lector de John William Cooke y Arturo Jauretche, se atreve a enfrentar, de visitante encima, a dos tenaces defensores mediáticos del neo laissez-faire. Germán Abdala, morocho, enfundado en una campera de cuero negra y con alguna "s" que se le escapa, trata de explicarles a Mariano Grondona y Bernardo Neustadt, muy pulcros ellos, las inconveniencias de un liberalismo salvaje en ascuas; un modelo que, de aplicarse, terminaría desactivando lo poco que quedaba de Estado benefactor, con todos los problemas sociales imaginables. Pero parece estar enfrentado a dos paredes de saco y corbata. "Mire, Abdala -le responde Grondona-, la posición suya corresponde a otra época." Resultaría enormemente democratizador poder enfrentarlos nuevamente hoy, 19 años después, luego del fracaso rotundo de aquel modelo que tuvo en Grondona y Neustadt a dos históricos apologistas y que el dirigente de ATE, muerto en julio de 1993, denunció cuando y donde había que hacerlo.

Sería enriquecedor que Grondona le contara hoy a ese muchacho entusiasta, ex albañil y pintor de brocha gorda, "lo bien" que las empresas privatizadas les hicieron al país y a sus trabajadores. Figuración futurológica al margen, la realidad es que aquel debate televisivo entre ambos polos ideológicos es una de las varias secuencias agudas que pueblan Germán, un documental sobre la vida de quien también fuera diputado nacional. Producido por el Incaa y realizado por un equipo conformado por Nicolás Batlle, Fernando Molnar, Sebastián Schindel y Bruno Huck -más la producción ejecutiva de David Blaustein-, el documental combina en 48 minutos retazos de la vida cotidiana, alegre y sufrida, de

Abdala, con su labor política y militante. Con una estética artesanal, casi casera, discursos y vivencias se entremezclan y determinan una verdad: la crisis que Abdala anunció no sólo en programas televisivos, sino también desde su banca en el Congreso -a la que llegó en 1989 metido en la boleta de la fórmula del salariazo: Menem-Duhalde- o en reuniones con la militancia, estalló con los efectos previstos. "No puede ser que se estén privatizando empresas de servicios públicos como Aerolíneas Argentinas o los ferrocarriles, que tienen que estar al servicio de la integración del país y no de la acumulación de grandes empresas", dijo rápidamente desengañado en febrero de 1990, cuando todo el mundo miraba y pensaba para otro lado, incluso la mayoría de sus compañeros de boleta. "Acá, el empresariado no tiene vocación de nada. Bajan la persiana y se van a Punta del Este (...) ¿Por qué no se les dan créditos a las pymes, pero sí se le facilita el negocio a Bunge y Born?", aparece diciendo con claridad en otra de las escenas formadoras del documental.

En cada punto que se lo tome, desde su reivindicación de la política social y económica del peronismo previa a al golpe de Estado de 1955, hasta sus diatribas contra los grupos económicos que "con lo único que especulan es con ver de qué manera se apropian del esfuerzo del pueblo", el desaparecido dirigente justifica el diagnóstico que da su padre Manzur, hincha de Boca y peronista como él, leyendo la necrológica en Página/12: "Un raro ejemplo de coherencia". El otro eje que motoriza el documental -ganador del concurso "13 documentales para TV sobre la crisis argentina"- enlaza con su pavorosa enfermedad. Su hija Griselda; Marcela Bordenave, su mujer, y Víctor De Gennaro, compañero de lucha, reconstruyen a través de testimonios el optimismo y la dignidad con que Abdala sobrellevó hasta el límite el cáncer que le descubrieron en 1984, tras ser operado de la cintura al lastimarse jugando un partido de fútbol. De Gennaro, apelando a su origen -Santa Teresita- lo compara con el mar: "El era el mar, fuerte e inabarcable"; a Griselda le caen lágrimas cuando cuenta el momento en que descubrió que papá había quedado ciego. "Mi chiquita, dónde estás que no te veo", dice que dijo, y su mujer recuerda que no había querido decir nada de eso para que ellas no sufrieran. Varias tomas de entrecasa hechas por su mujer registran los últimos momentos de su vida, delgadísimo y calvo, luego de más de 20 operaciones y del tratamiento de quimioterapia al que se sometió durante el comienzo de los '90 en Rochester, Estados Unidos. Ese último Abdala que, pese a todo, aflora como un luchador heroico participando del Congreso fundacional de la CTA realizado en noviembre de 1992 en Parque Sarmiento donde, aclamado por una multitud, dio uno de los últimos discursos de su vida en una silla de ruedas: "Seguimos creyendo, pese a todo, que hay un camino para construir". O soplando velitas por última vez, en febrero de 1993, al momento de cumplir 38 años. "Fue la última vez que hablamos mucho -evoca De Gennaro en el film- y me dijo, entre varias cosas: 'Quiero que me prometas que no va a haber velorio (...), llega a aparecer una corona de Menem y me muero'."




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