JORGE RACHID.
Las búsquedas y las certezas
Un artículo de Jorge Rachid
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Poco se habla sobre los contenidos que se fueron forjando
y lo siguen haciendo, que llevaron a caminos de sufrimientos de los pueblos,
sometidos a humillaciones entre económicas y culturales, empujados al
consumismo y la frivolidad, la marginación y la desocupación en nombre de una
nueva modernidad concebida en la acumulación de riquezas a costa de las
mayorías sumergidas, en una lógica que fue impuesta –desde las certezas– por
extorsión, presión y si hacía falta más convencimiento, con invasiones
militares y bombardeos sobre la población civil, siempre –claro está– en nombre
de la democracia y la libertad de los pueblos.
Esto está pasando hoy en el
mundo y en nuestro país. Algunos siguen pregonando concepciones deshumanizadas,
donde el hombre ocupa un rol secundario en el universo de demandas. Las
certezas con augurios, componen una sinfonía distorsionada de la realidad,
siempre cataclísmica, intentando estigmatizar, ocultando información,
intentando profecías antes que propuestas de caminos a recorrer, consolidando lo “políticamente
correcto” antes que las respuestas a las necesidades sociales nacientes con los nuevos tiempos.
Cuando se avanza se
desarrollan nuevos derechos y otros nuevos problemas ocupan el firmamento de
los desafíos a vencer. Es abriendo caminos como se construye la política cuando
el objetivo es un nuevo modelo social productivo y solidario, con mano firme,
sin temblor, sabiendo que habrá intereses concentrados que se opongan. Recorrer
esos caminos es recuperar el pensamiento crítico, es animarse a la búsqueda que
vitaliza la política, que rompe el aggiornamiento y desplaza factores de poder.
Quien lo quiera realizar sin
conflicto es porque sólo propone maquillarse de novedoso o progresista, porque sin conflicto no existe construcción social
posible, ni ampliación de los derechos. Siempre se hiere a algún sector
dominante que durante décadas ejerció el control económico de la actividad en
detrimento de la democratización pregonada, incluso desde el mismo “mercado”,
que exhibían como eje del equilibrio ordenador de lo social.
El Estado ausente siempre
fue el sueño de los dueños del poder y así desde el orden financiero impusieron
un nuevo sistema de relaciones sociales y productivas basadas en la
especulación, la evasión impositiva, la sub-facturación exportadora, el auto-crédito
desde el exterior evadiendo ganancias, dando lugar a
la destrucción de trabajo argentino y de
la industria nacional. Resultado claro
de este orden fue la extranjerización de la economía y el endeudamiento
nacional, que pagamos todos los argentinos.
Tengámoslo
en claro
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Ningún
argentino admitiría una invasión ni un bombardeo en nombre de la libertad y la
democracia, menos aún en nombre de los derechos humanos del pueblo. Eso ya lo
vivimos en 1955 con la masacre en Plaza de Mayo; aún seguimos con un enclave
colonial inglés en nuestras Malvinas, tenemos territorio nacional entregado por
monedas, en la narcótica lógica neoliberal, lo mismo que empresas nacionales de
importancia por ser estratégicas, que dejaron de ser manejadas por y para los
argentinos, sin embargo observamos el desarrollo de los acontecimientos, en
otros parajes del mundo, con desinterés o con desinformación, o peor aún
repitiendo el mensaje cultural que avala la apropiación petrolera y la
ocupación territorial, de índole estratégica para el imperio, sin importar el
país del que se trate.
El
porqué de los ataques
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No fue “el viento de cola”, ni los precios de
los commodities, ni la dinamización de la industria, ni siquiera la ampliación
espectacular del trabajo, los factores que
provocaron esa política. Fue la decisión
de recorrer ese camino espinoso, que se sabe cómo empieza pero no como termina.
Ese es el desafío de la política que va desde descolgar el cuadro de los
dictadores y los juicios por la memoria, la verdad y la justicia, hasta
distanciarse del FMI aún pagando, pero recuperando soberanía en las decisiones.
Falta sin dudas un largo trecho con demandas insatisfechas, de recuperación de
derechos y ampliación de oportunidades, pero en el camino de las búsquedas
compartidas en el marco de la comunidad
organizada, democratizando las decisiones y participando del poder.
La simplificación de la
discusión política tiende a evadir los temas relativos al pensamiento crítico,
a la construcción y elaboración de las vías de acción y concreción de los
sueños, que es
un elemento permanente de la gestión. Esa gestión de Estado, que tiende a
balancear los pro y contras de cada decisión, tiene y debería seguir teniendo, como marco necesario la ideología,
para conocer el camino de la búsqueda hacia un objetivo determinado. Porque gestión sin objetivos y sin
ideología es pasto para los dueños del poder, acostumbrados a domesticar
las diferentes administraciones. Eso es lo nuevo en la Argentina de hoy, donde
aún conviven los restos del neoliberalismo más salvaje hasta la ampliación de los derechos sociales a
límites in-sospechados hace apenas pocos años. Elementos contradictorios
–sin duda– que se van resolviendo en la lucha política y en la participación
popular soberana pero desde lo ideológico doctrinario, evitando la discusión
caranchera y chicanera que intenta
desplazar la política como herramienta fundamental de la construcción de un
nuevo modelo social.
La
política como herramienta de transformación y el Estado como ordenador, son los
logros esenciales y principales de esta etapa de la vida política nacional, que
no debemos ni podemos desperdiciar y que no ha sido obra de la casualidad: el peronismo convocando y ampliando el movimiento nacional y popular,
siempre fue el eje de la apertura a nuevos actores sociales y políticos que
empujaron a nuevos derechos sociales.
JORGE
RACHID
ESCRITO EN EL
DIA DE L A PATRIA,
PENSANDO EN LA
PATRIA
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