Juancito, el Isidoro Cañones del peronismo por JORGE URBERTALLI

Juancito, el Isidoro Cañones del peronismo por Jorge Luis Ubertalli Mujeriego, jugador, hombre de la noche, Juan Duarte, hermano de Evita, secretario privado de Perón y amigo del buen pasar, fue hallado muerto de un tiro en la sien y arrodillado frente a su cama el 9 de abril de 1953, apenas nueve meses mas tarde de fallecida su hermana, quien lo cuidó y mimó desde niño, al igual que él a ella. Nacido en Los Toldos en 1914, hermano mayor de los cinco Duarte- Ibarguren, hijos "ilegítimos" de un estanciero de la zona, fue el único varón de la familia, el “benjamín” al que todo se le permitió y que, a pesar de sus andanzas por el mundillo de los astros, conservó hasta morir a su primera novia y sus amigos del alma. Vendedor de jabones Guereño en Junín, despachante de farmacia en San Nicolás, donde se mudó su madre, Juana Ibarguren, para administrar una pensión, y sostenedor del clan familiar desde los 16 años, Juancito fue un argentino medio más: ya secretario privado de Perón en 1944 por intermedio de Evita, aprovechó la volada para convertirse en "ganador". Isidoro Cañones del poder, fue chivo emisario de justos y pecadores en eso de buscar "corruptos" vinculados al gobierno de turno. Y no es porque, según se consigna en muchísimas fuentes, "Juancito" no lo haya sido, sino porque fue elegido por los hombres y mujeres decentes, que envidiaron su vida, para limpiar sus hipócritas almitas de misa de domingo y tartufísticas existencias. Juan Duarte tuvo dos amantes artistas- Fanny Navarro y Elina Colomer-, fue asiduo concurrente del cabaret Tabarís, y así como frecuentó amigos siniestros y nazifascistas como Raúl Alejandro Apold, el goebbels del peronismo en su puesto de Secretario de Prensa e Información, también quiso al tio Camporita, Héctor J. Cámpora, leal hasta último momento a su líder, aún cuando en 1973, luego de un autogolpe de Estado llevado a cabo por los perofascistas después de la masacre de Ezeiza del 20 de junio, ni siquiera recibió de aquel el agradecimiento que merecía. Empresario de cine, aquel Isidoro Cañones de historieta real adquirió en su momento el 25% de las acciones de la empresa Argentina Sono Film y gran parte de la empresa Melco. Gestionó y firmó el contrato de creación del Fondo de Fomento Cinematográfico, institución de gran importancia en cuanto al desarrollo del cine argentino y también, según se consignó, fue encomendado a transar con criminales nazis fugitivos luego de la Segunda Guerra que querían radicarse en el país a cambio de inversiones. Siempre con guita encima, generoso con sus amigos y compinches, Juancito subió al cenit y cayó de él en forma tan tempestuosa como misteriosa. Una vez muerto, desbendecido por Perón tres días antes en una famosa frase referida a las investigaciones sobre corrupción del "tarambana" por un irregular negocio con la carne, que sostenía que "aunque sea mi propio padre(el corrupto) irá preso, porque robar al pueblo es traicionar a la Patria", amigos y enemigos no sólo se propusieron especular con su asesinato o suicidio, sino que una vez producida la "Fusiladora" su cadáver, al igual que el de su hermana Evita, fue profanado. El siniestro "comando civil" Prospero Germán Fernández Albariño, mas conocido como "capitán Ghandi", cercenó su cabeza, la que se mostró como trofeo en el Departamento de Policía, y fué exhibida a Fanny Navarro, quien enloqueció por ello, y a Héctor Cámpora, entre otros, para que revelasen detalles de su muerte . Carcomido por la sífilis, todavía entristecido por la muerte prematura de su querida hermana “chinita”, previendo su destino, ya renunciado de todos sus cargos y pidiendo "disculpas" en una carta póstuma, similar a la que había entregado a Perón aquel 6 de abril en el momento de su partida como secretario privado, Juan Duarte pasó esa madrugada del 9 a mejor, o peor, vida. A su madre y hermanas, quienes velaron su cuerpo en la casa de su cuñado, el mayor Arrieta, situada en Belgrano, lejos de los salones presidenciales, se les oyó decir, según consignan algunas fuentes:"Asesinos, me han matado a otro de mis hijos", y acotar: "Lo mató Apold". Muertos que se matan “Eva se mató; siempre le escapó a los médicos, a pesar de las hemorragias, los tobillos hinchados y la fiebre tenaz” informó alguna vez el ex intendente de la casa presidencial y ex secretario privado de Evita, Atilio Renzi. La verdad es que Evita no le escapaba a “los médicos”, sino a uno, su médico privado, Oscar Ivanisevich. De origen croata, nacido en 1896 y muerto en 1976, luego de retrotraer la política educativa a partir de 1974, cuando asumió como Ministro, a las épocas inquisitorias del anticomunismo visceral, Ivanisevich fue embajador argentino en Estados Unidos de Norteamérica desde 1946, año de ascensión de Perón al gobierno, hasta 1948. Desde allí saltó a Ministro de Educación, cargo que ocupó en reemplazo de Gache Pirán y que formó parte de una embestida de la derecha contra el Secretario de Educación, Arizaga, hasta 1950, año en que Evita sufrió su primer desmayo- 9 de enero- en un acto inaugural del sindicato de Taxis. Quien propuso a Ivanisevich, conocidos sus reaccionarios y profascistas antecedentes anteriores, que luego ratificó en los años 70, como médico personal de Eva Perón, la “abanderada de los humildes”, es algo que quien esto escribe ignora. Pero si se sabe, por diversas fuentes, que el doctor Ivanisevich, quien había recalado en EE.UU. en los años ya citados, no había implementado en el cuidado de Evita el test Papanicolau, detector del cáncer de útero, puesto en práctica en el país del norte en 1940. Cuando luego de operarla de apendicitis y al no hallar vestigios de esta enfermedad, Ivanisevich, según se consignó, “tocó algo raro en el útero”, tampoco optó por colocar un “espéculo vaginal y hacer un análisis”, y no informó a nadie, salvo los médicos que lo acompañaron, del hallazgo. Aunque luego de muerta Evita, Ivanisevich declaró que había avisado a Perón que si no se le hacía una intervención quirúrgica moriría de cáncer, siete meses después de operada del apéndice y cuando aquel le sugirió revisarla nuevamente y operarla del útero si hacía falta, Evita enfurecida le espetó:“ Usted a mi no me toca, porque yo no tengo nada. Lo que pasa es que me quieren eliminar para que no me meta en política ¡Y no lo van a conseguir!”. Ivanisevich entonces la envió a ver a un ginecólogo, Evita le dio un carterazo y al día siguiente el médico renunció a su cargo. ¿Por qué Evita trataría así a su médico personal, en quien se supone debía depositar su total confianza?. ¿ Que habría tramado este personaje en EE.UU. aparte de ejercer la diplomacia? ¿con que o quien se vinculó o, en fín, que actitudes notó Evita en él para que le suscitara tamaña desconfianza?. Al momento de su última intervención quirúrgica, realizada en el Policlínico Presidente Perón, de Avellaneda, dirigido por el prestigioso cirujano Dr. Profesor Ricardo Finochietto, un parte emitido por Raúl Alejandro Apold, Secretario de Información, informó solo sobre la internación de la Abanderada de los Humildes, aunque no hizo mención a ninguna operación. Cuando llegó el momento de la cirugía, apareció el cancerólogo norteamericano George Pack, quien se hizo cargo de ella, y en la que el doctor Finochietto solo actuó como recogedor de las gasas y algodones caídos. Habiendo sido anoticiado anteriormente por su “amigo”, el Dr. Ivanisevich, sobre lo que iba a encontrar al abrir el abdómen de Evita, y habiendo confirmado lo anunciado por su homólogo argentino, el doctor Pack “felicitó” a Ivanisevich, y así como llegó se marchó, sin que Eva supiera de su existencia. Al día siguiente del 28 de setiembre de 1951, nueve meses antes de su muerte, cuando el general gorila Benjamín Menéndez se levantó en armas contra el gobierno peronista, Evita- según consignó el ya citado Renzi- convocó en secreto a José Espejo, Isaías Sentín y Florencio Soto, titulares de la CGT, y al general Sosa Molina, ministro de Guerra, para ordenar la compra de 5000 pistolas automáticas y 1500 ametralladoras “destinadas a los cuadros obreros. Los fondos se obtendrían de la Fundación. Si uno analiza su actitud puede llegar a pensar que Eva era izquierdista. Y creo que lo fue” (www.magicasruinas.com.ar- declaraciones de Renzi). También se transcribió en ese sitio web lo dicho por Florencio Soto, uno de los convocados ese día, quien manifestó que “las armas fueron compradas al príncipe Bernardo (de Bélgica), pero al morir ella se archivaron en el Arsenal Esteban de Luca y mas tarde se entregaron a la Gendarmería Nacional. Con esa medida el gobierno limitó sus propias fuerzas”. ¿Podría Evita haber sido asistida médicamente con esmero por quien fue desde siempre un furioso reaccionario y antiizquierdista y quien, durante su gestión como ministro de Educación en 1974, puso como interventor en la UBA al fascista Alberto Otalagano, cuyo jefe de seguridad, Martín Ciga Correa, fue miembro de la Triple A, del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y de las pandillas que envió la dictadura a Honduras para instruir, armar y financiar a los contrarrevolucionarios nicaragüenses y a los paramilitares y represores oficiales hondureños? En cuanto al “amigo” Raúl Alejandro Apold, quien estuvo la noche del “suicidio” de Juan Duarte en su departamento, y quien fuera nombrado, según fuentes, por su familia como el asesino de su hijo, cabe destacar sus vinculaciones con el nazifascismo y su aversión al comunismo. “En 1952, en plena epoca peronista, un personaje para mí siniestro que se llamaba (Raúl) Alejandro Apold y era Secretario de Prensa, chocó conmigo en algunas cosas… Durante dos años me hizo la vida imposible. Dos años en que, siendo amigo del General, no podía llegar a él porque me bloqueaban”- narró el popular cantor Hugo del Carril (www.gacemail.com.ar). Cuando logró, por medio de su hermano, llegar a Perón y éste convocó a Apold para que informara sobre lo que pasaba, Hugo del Carril sostuvo: “ Apold trató de tirarme todo el barro posible, dijo que yo era comunista y que me había prontuariado por comunista, aunque yo nunca milité en el comunismo”. Seguidamente Del Carril le confesó a Perón que había mas de cien artistas que estaban en una lista negra confeccionada por Apold. Este era el “amigo” de “Juancito”, que lo acompañó esa noche, antes del “suicidio”, y que fue luego acusado por la familia de Evita y Juan de ser el asesino del “tarambana”, quien a pesar de serlo debía conocer enjuagues del derecho y del revés de personajes como ese y otros del mismo o mayor fuste. Esos muertos que se matan son incógnitas que aún perduran. De diferente forma, tanto Evita como “Juancito” molestaban. Y los sacaron del juego. La vida y la razón de ella Poco antes de fallecer, Evita escribió un texto titulado “Mi Mensaje”. En él se acusa a la alta Iglesia y a las cúpulas militares de conspirar, conjuntamente con los ricos y los imperialismos contra Perón y su gobierno. “El arma de los imperialismos es el hambre. Nosotros, los pueblos, sabemos lo que es morir de hambre. El talón de Aquiles del imperialismo son sus intereses. Donde estos intereses del imperialismo se llamen ‘petróleo’, basta, para vencerlos, con echar una piedra en cada pozo. Donde se llamen cobre o estaño basta con que se rompan las máquinas que los extraen de la tierra o que se crucen de brazos los trabajadores explotados…¡ No pueden vencernos!. Basta con que nos decidamos”.- escribió la “China” ya en su lecho de muerte. “Sonriendo, en medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras. Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los hombres en sus grandezas y en sus miserias. Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las grandezas de la -miseria”- sostuvo Evita en su Mensaje póstumo. Las verdades de las mentiras se llevaron a Evita y también al “tarambana” de su hermano. Un Isidoro Cañones que creyó que los regazos del poder constituían una historieta, cuando en realidad eran la araña que, tejiendo sus redes, se comía después a sus hechores y los lanzaba como materia inorgánica al tramposo armado de la historia.

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