la guerra de baja intensidad por, CARLOS O. SUAREZ

-------------------------------------------------------------------------------- LA GUERRA DE BAJA INTENSIDAD EN ARGENTINA, por Carlos O. Suárez especial para lavoz del pais La previsible reacción de los sectores que usufructuaron el saqueo del país desde setiembre de 1955, intensificando su política desnacionalizadora a partir del golpe del 24 de marzo de 1976, adquiere a poco más de un mes de la asunción de la presidencia por Néstor C. Kirchner un nivel que preanuncia los duros enfrentamientos de los próximos meses. Las medidas del gobierno nacional, más allá de las contradicciones inherentes a una administración que inició su gestión condicionada por el fraccionamiento político-partidario del Partido Justicialista, la reciente frustración del FREPASO y el anacronismo de organizaciones de izquierda carentes de la mínima inserción en la sociedad argentina, evidencian una intención transformadora. La tarea central, a la que Kirchner parece abocado a un ritmo vertiginoso, consiste en reagrupar las fuerzas de la vieja y reciente militancia que tras el genocido de 1976-1983 perdió sus posibilidades de protagonizar los grandes cambios sociales y políticos que el país reclama. Las fuerzas del sistema, carentes de un liderazgo que a lo largo de diez años cubrió Carlos Menem, han reiniciado su hostigamiento en diversos frentes, apelando a los bolsones de añorantes de "la seguridad" y "el orden" que el cuarto de siglo de dictaduras posteriores a 1955 dejó como pesada herencia a la nación. No son casuales los resultados electorales de la capital de Tucumán ni tampoco los resultados logrados por López Murphy en la Ciudad de Buenos Aires, ni mucho menos aun las puebladas "espontáneas" que se ´producen a diario en diversas localidades de la provincia de Buenos Aires. La dictadura mediática que han montado Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, expresada en el aluvión informativo que condujo a millones de personas en el mundo a aceptar la satanización de muchos gobiernos del Tercer Mundo (Panamá, Nicaragua, Yugoslavia, Afga nistán, Irak y el resto de los integrantes del "Eje del Mal"), se manifiesta actualmente en Argentina mediante una serie de medios de comunicación "independientes" que van acentuando la psicosis de amplios sectores de la población en lo referido a "la inseguridad" y las formas de combatirla. Desde "Ambito Financiero" hasta Radio Diez, pasando por Crónica TV y Canal 9, el conjunto de medios que a lo largo de cuatro décadas fueron transferidos al dominio de capitales de muy dudoso origen, desarrollan lo que los teóricos de la CIA y el Pentágono han denominado la Guerra de Baja Intensidad. Los lineamientos de la Guerra de Baja Intensidad, enraizada con la Doctrina de la Seguridad Nacional de los años 60 y 70 del siglo XX, reconoce sus orígenes en los manuales contrainsurgentes de la Alemania nazi y de los ejércitos colonialistas de Francia y Gran Bretaña con su accionar represivo en Argelia, Indochina, Irlanda y diversas zonas de Asia y Africa. Su aplicación por las dictaduras del Cono Sur latinoamericano, de Centroamérica y el Caribe, arrojó el saldo de cientos de miles de muertos, desparecidos, torturados, encarcelados y obligados al exilio. Fue el precio que los pueblos debieron pagar por la imposición del proyecto de globalización neoliberal que desde mediados del siglo XX a nuestros días redujo a las soberanías nacionales al nivel de formales y ficticias. Los huevos de la serpiente, sembrados por toda América Latina y el Caribe, producen sus crías en abundancia. En el caso de Argentina son los elencos de civiles y militares que protagonizaron los regímenes dictatoriales y los gobiernos seudoconstitucionales del fraude y las proscripciones. Hoy desarrollan las diversas variantes de la Guerra de Baja Intensidad de acuerdo a los lineamientos fijados por los documentos de Santa Fe y otras pautas doctrinarias fijadas desde Washington y sus aliados de la OTAN. Es evidente que ante las decisiones adoptadas por el gobierno de Kirchner estos sectores se han lanzado a una operación de pinzas, dirigida al aislamiento político y social de una administración que reivindica las banderas populares de los 70. Nadie puede todavía preanunciar cuál será el resultado de un enfrentamiento político y social que el Presidente de la Nación y sus inmediatos colaboradores libran en condiciones sumamente difíciles, pero tampoco ninguno que se precie de defender la soberanía nacional y de luchar por la restauración de la independencia económica y la justicia social, tiene el derecho a juzgar a partir del purismo abstracto o de un autoconferido rol de revolucionario. Por el contrario, señalar a los enemigos y aprestarse a enfrentar a la guerra de Baja Intensidad que pretende retrotraernos a la época de la dictadura y del entreguismo menemista, constituye el deber de la hora. PD: NOTA PUBLICADA AÑO 2003 JUNIO