HEROES O VILLANOS POR JORGE RACHID
HEROES O VILLANOS
Un artículo de Jorge Rachid
Los procesos electorales suelen provocar como
práctica demoliberal el desplazamiento de los ejes de la política, entendida
ésta como los intereses permanentes del pueblo y de la Patria, hacia los
espacios de poder en disputa, que requiere otros métodos en ingeniería
electoral, sistema de alianzas y discursos cargados de emoción, en un armado
marketinero acorde a la respuesta sociológica de la encuesta, antes que de las
convicciones propias.
Así van surgiendo candidatos que saltan a
aquellas famas efímeras producidas por hechos mediáticos, desde actores a
ministros, de personajes públicos a militantes políticos, de empresarios a
representantes sociales, todo en un mezclado carrusel que inunda las calles y
las pantallas, con sonrisas forzadas, dientes luminosos, consignas efectistas,
propuestas novedosas enviadas tipo rampa misilística, sobre una población
receptora que interpreta a su manera los diferentes mensajes.
La construcción política desde la base social
argentina, la militancia como proyecto de vida, la entrega y el compromiso
junto a la voluntad de colaborar en la forja de una sociedad mas justa, no
forman parte del bagaje electoral, aunque son elementos determinantes a la hora
de defender los procesos políticos, porque son aquellos que pueden ganar la
calle, expresar la identificación del adversario o del enemigo desde el calor
popular masivo. Sin dudas son los sectores organizados de la militancia social
o política aquellos puntos de acumulación mas importantes para la defensa de
los caminos abiertos en esta etapa del país, donde un proyecto va siendo
fortalecido y elaborado en la conciencia colectiva del pueblo, dando una larga
lucha contra el neoliberalismo cultural dominante por tantas décadas en nuestro
país.
De ahí la importancia de marcar por un lado
la necesidad de fortalecer el movimiento nacional y popular en la Argentina,
mas allá de los avatares electorales que contiene intereses sectoriales o
personales. Lo importante y sin dudas excluyente es la continuidad del camino
iniciado de recuperación del Estado, la política de derechos humanos, del
trabajo como ordenador social, las políticas sociales inclusivas sin
intermediarios facciosos, el armado legislativo de recuperación de la dignidad
del hombre en especial en las leyes laborales, la aplicación sistemática de
políticas anticíclicas en favor de los mas débiles, el apoyo a la PYMES y la
recuperación del sistema público previsional, el fortalecimiento del MERCOSUR Y
UNASUR como marco referencial del crecimiento argentino, entre otras cuestiones
largas de enumerar. Sin ese objetivo concreto cumplido, ningún lugar en la
grilla electoral es importante.
En éste escenario previo me permito un
llamado a la reflexión ante la proliferación de voces que estigmatizan
compañeros en esta siempre ingrata tarea de posicionamiento política. Las
herramientas son la calumnia, el pasado, los alineamientos hasta los amigos y
las vicisitudes históricas de cada uno. De pronto todos somos impolutos,
ahistóricos, siempre en especial los peronistas parecemos haber hecho de la
coherencia nuestra principal virtud, sin desmayos ni claudicaciones. Nadie
jamás se juntó con los despreciados del hoy, ni fue parte de ningún aplauso a
procesos de consolidación neoliberal que destruyó en nombre de un supuesto
pragmatismo, la construcción social y productiva realizada por décadas de la
mano del peronismo. Nada mas alejado de la verdad ya que nadie resiste archivos
de un proceso político tumultuoso y colonizador, donde hubo refugios y
claudicaciones. Las conocemos todos quienes militamos y pretendemos que las
elecciones no debiliten por miserias humanas un proceso político que acompaña
el pueblo argentino.
Desde el peronismo la falta de funcionamiento
de las estructuras orgánicas impidió la necesaria síntesis de nuestro pasado
histórico inmediato, del 73 en adelante con su secuela de dolor y de muerte,
genocidio social y fragmentación del cuerpo social, político e institucional
argentino. Nuestros propios errores, la claudicación neoliberal del 90, la
consolidación de personajes en apariencia necesarios en lo electoral pero
reprochables en lo político-doctrinario, manejos espúreos y conductas dudosas
con las cuales no tenemos porqué convivir si aspiramos a un país mejor. No hay pasos
tortuosos y perversos que justifiquen objetivos virtuosos. De como se camina y
como se construye se obtienen los resultados en el largo plazo. La corrupción
es funcional al capitalismo salvaje no a la Justicia Social, la construcción
patotera y prebendaria consolida la delincuencia y el aparatismo destruyendo
militancia, el dinero como extorsión en la necesidad, es una herramienta
despreciable de quien se dice peronista, la discriminación, la xenofobia y el
desprecio por el prójimo son conductas antitéticas con el compromiso con el
pueblo que debe enarbolar la militancia política.
Aunque parezca una utopía recuperar los
valores que hacen al compromiso, es esencial para conectarnos con las nuevas
generaciones que buscan incansablemente un horizonte diferente a esta realidad
descripta, usando para ello mecanismos de solidaridad como herramienta
fundamental acompañados desde la música como elemento convocante, con letras de
canciones que son verdaderos gritos de esperanza, a veces de dolor y también de
reclamos a una sociedad que ha vivido culturizada en el consumismo, el
individualismo y el desapego social en la diáspora neoliberal. Los jóvenes
desarrollan sus sistemas solidarios fuera de los armados políticos, acompañan
el proceso iniciado en el 2003 porque lo reconocen transgresor, se conmueven
con la recuperación histórica del los derechos humanos avasallados por la
dictadura militar. Es impensable una marcha atrás en la recuperación de la
memoria, verdad y la justicia.
Quienes acompañamos desde lo doctrinario y
militamos en lo social este proceso político, no debemos perder el pensamiento
crítico ni ceder en aquellos elementos de construcción política, en especial en
lo social, que demandan en forma urgente una
sociedad inclusiva, ya que los
peronistas tenemos una razón de seguir existiendo que es nuestro compromiso con
los necesitados, los humildes los desposeídos y los trabajadores de nuestra Patria y aún mas con las secuelas mas
nefastas de las políticas expulsivas neoliberales, que acumularon estructuralmente
pobreza donde antes existía humildad, desocupación donde había trabajo y
expectativas de vida rotas en donde se pensaba en la movilidad social
ascendente. Las secuelas sociales de dos o tres generaciones sin trabajo son
los huesos mas duros de roer desde el poder en la lucha cultural y económica.
Reparar esa situación es responsabilidad del conjunto del pueblo argentino y
del peronismo en particular.
Los trabajadores argentinos sin excepción
saben lo que ha producido este proceso de recuperación nacional, mas allá de
elaboraciones conceptuales de iluminismos pedagógicos. Lo saben porque han
comprobado que mas allá del salario han recuperado una cuota de dignidad
avasallada por la flexibilización laboral y el Mercado como ordenador social.
Además porque la Constitución Nacional y sus derechos comenzaron a ser
respetados, como las paritarias, el salario mínimo, la participación en las
ganancias en proyecto, las condiciones de trabajo como derechos básicos y
humanos postergados por lógicas económicas, que por años dominaron el panorama
nacional, colocando como variable de ajuste a los trabajadores, la seguridad
social, los jubilados y todos aquellos sectores pasibles de ser vulnerados por
los colonizadores.
Es así que los supuestos villanos de hoy en
el Gobierno serán los héroes del mañana, ya lo hemos vivido los argentinos cada
vez que el poder hegemónico estigmatizó los procesos populares. El proceso
histórico que se abrió en el 2003 aún con falencias, errores y carencias es lo
mejor que ha tenido la Argentina democrática y el peronismo. Pueden criticarse
algunos ejes políticos, formas conductivas, toma de decisiones, pero no puede
negarse aquello que hace vital al peronismo que es el trabajo como eje cultural
y político de nuestro país. Cuando el trabajo se expande los poderes ocultos se
encojen, cuando los trabajadores son protagonistas se achican los márgenes de
presión empresarial, cuando el poder se democratiza los opositores atacan
hablando de dictadura. Lo hicieron con Perón y entraron matando a sangre y
fuego, lo habían hecho con Irigoyen, antes vinieron con los barcos ingleses y
franceses a llevarse la Mesopotamia para
enfrentar a Rosas aun a costa de la amputación nacional, lo propuso Sarmiento
con el mismo fin desde Chile en ese exilio, entregar la Patagonia a los
chilenos para debilitar al Restaurador.
Ahora se recorren embajadas extranjeras
denunciando inseguridad jurídica, se alientan a los Fondos Buitres para
embargos contra el país, se titulan falacias en los medios contra del protagonismo
internacional argentino, se pronostican catástrofes económicas inexistentes
como en el 2009, que por supuesto no ocurrieron. En definitiva tenemos villanos
en serio que no dudan en trabajar en contra de los intereses nacionales por una
cuota parte de poder, mas aún en proceso electoral. Sin límites y con
ventilador, usando desde los medios que los usan a ellos, llegando a eufemismos agraviantes a las instituciones.
Los peronistas sabemos de eso, como empieza y también sabemos como termina, a
menos que la voluntad organizada del pueblo argentino, en democracia y en paz
ponga las cosas en su lugar, con el voto y la participación activa, en esta
recuperación de la política como herramienta de transformación de los pueblos.
JORGE RACHID
CABA, 05/01/11
jorgerachid2003@yahoo.com.ar
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